ENTIENDO el supuesto calentamiento global del planeta y el cambio climático como una ideología de raíz milenarista, y a Al Gore lo veo como un profeta errante que anuncia -evangeliza, no al estilo altruista de Pablo sino por dinero- una nueva verdad ( Una verdad incómoda , titula su premiado vídeo), como un nuevo Joaquín de Fiore, catastrofista y apocalíptico, que con sus visiones pretende salvar a la Humanidad de no sé que desastres telúricos. Algunos políticos se agarran desesperadamente al trapo de este ecologismo de la antiglobalización esperando amarrar unos votos que, en las próximas elecciones, se les están poniendo muy cuesta arriba. Los que incumplen los acuerdos de Kyoto hoy son los que se presentan ante la opinión pública amenazándonos con catástrofes sin cuento en el futuro; siempre el futuro, el de un mañana utópico anticapitalista.
Aunque discrepo de esta ideología del cambio climático, al menos en los términos de este milenarismo algoriano, no dejo de reconocer que en aspectos más concretos y que nos afectan más directamente, los hombres, al menos algunos, tienen una gran culpa en ciertos atentados al medio ambiente que estamos sufriendo, por ejemplo en los montes y en los ríos. Primero son los incendios, luego las aguas que arrastran la arroyada de cenizas y barro hasta los ríos; en ambos hay culpables más o menos conocidos. La pasada semana El Diario de León informaba de las multas que, por agresiones a los ríos, había impuesto la Confederación Hidrográfica del Norte en 2007, cifra que superaba en casi el doble a la del año anterior, en total más de medio millón de euros. La realización de obras en las márgenes de los ríos y los vertidos de aguas residuales son las principales causas de esas sanciones, lo que quiere decir que los culpables son muchas veces las propias administraciones, locales o regionales, aunque los paganos seamos luego todos los vecinos.
Sólo en el Bierzo se tramitaron 138 expedientes contra personas o entidades locales por atentados contra los ríos, siendo, al parecer, las multas de la comarca casi una tercera parte del total de la demarcación de la CHN, que incluye el Norte, desde Galicia hasta el País Vasco. En el Bierzo hay muchos ríos pero no parece que los cuidemos con demasiado esmero. Antes bajaban negros por el carbón de lavaderos y balsas de decantación; ahora corren turbios por las aguas residuales de la red de alcantarillado, pues todavía a principios del siglo XXI hay una carencia grande de depuradoras. En algunos casos ya se han construido pero no funcionan, porque no se ponen de acuerdo los políticos a qué administración corresponde sufragar los gastos de las mismas. La cosa se agrava aún más en años como éste por la falta de lluvia.
Sin embargo esto no es algo ineluctable, que no se pueda solucionar. Sólo hay que poner la voluntad y los medios para lograrlo, desde la construcción de depuradoras hasta la concienciación de los vecinos para que no arrojen basura a los ríos, o para que ahorren agua. No todo ha de ser críticas. La CHN, en Villafranca y Cacabelos, ha realizado importantes obras de acondicionamiento en los cauces del Burbia y del Cúa; ha construido muros de contención contra las avenidas, y ha realizado paseos a sus orillas de los que disfrutaremos gratamente los ciudadanos. Desconozco si modificamos el clima, como predican algunos, pero si veo que se mejora la calidad de vida de los ciudadanos, y eso es positivo.